En esta segunda edición del Premio de Artes Visuales-Ciudad de Yerba Buena, se reafirma la voluntad de seguir abriendo caminos. El patrimonio que se empieza a expandir desde la primera convocatoria, crece ahora con nuevas miradas, incorporando voces y sensibilidades que amplían el mapa de nuestra escena. La continuidad de este premio no es un simple ejercicio institucional: es un compromiso con el tiempo presente y con la memoria que estamos construyendo.
Cada obra seleccionada, cada artista convocado, aporta sentidos que dialogan con la ciudad y sus habitantes, generando un patrimonio vivo que interpela y transforma. Así, esta colección se proyecta como un archivo en movimiento, abierto a ser habitado, reinterpretado y cuestionado, manteniendo la tensión entre tradición y contemporaneidad, entre lo íntimo y lo colectivo.
Como recuerda Pierre Bourdieu, “el patrimonio cultural no es solamente un conjunto de obras legadas por el pasado, sino un capital simbólico que otorga poder, identidad y cohesión a quienes lo comparten”. En este sentido, crear un patrimonio no es un acto neutral: es una declaración sobre lo que valoramos como sociedad, un gesto político que define qué memorias preservamos y qué futuros deseamos abrir.
Porque el arte, en su potencia pública, no sólo registra lo que somos, sino que también imagina lo que podemos llegar a ser.